jueves, 5 de julio de 2012

11 DE JULIO. MARCHA NEGRA HACIA MADRID

Al amanecer penetras en las entrañas de la tierra y duramente le arrancas sus riquezas. Fuera queda la luz, la vida; la alegría de unos hijos que crecen y ven a su padre apagarse día a día. A la hora de la salida, cubierto de negro carbón, como ave fénix, resurges de tus cenizas; sales y miras el mundo, ese desconocido que no te ve, que ignora tu trabajo, tu desolación, son sus intereses los que mantienen abierta la mina. 

Pero el momento llega, había rumores que no escuchabas, te limitabas a seguir en tu labor sin levantar la mirada. Hoy todo cambió, nadie tiene en cuenta dónde has dejado tu salud. La mina se cierra. Adiós al infierno conocido que daba de comer a los niños. ¿Y ahora qué? Arrastras el reflejo de tantos que como tú se unen a la marea,  esa negra serpiente que por defender, defiende la vida y la muerte. Hay que luchar para no perder, aunque tampoco sea para ganar, de la tierra salimos y volveremos a ella con nuestras manos vacías pero la frente muy alta, luchando  para que el pan que nunca faltó, no sea, ahora, el hambre del mañana.


7 comentarios:

  1. La realidad muy bien contada. Bello relato estremecedor.


    Paloma Casado (Ópalo Negro)

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    1. Gracias Paloma, celebro que te haya gustado.

      Un abrazo,

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  2. Como he dicho por tu casa, ya estamos necesitando remover demasiadas conciencias.
    Besitos.

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    1. Sí, tenemos que poner nuestro granito de arena, pero no solo en esto, creo que son demasiadas cosas las que ya no están robando y recortando en todos los aspectos, no sé qué podemos hacer para evitarlo, pero lo que esté en nuestras manos tenemos que intentarlo.

      Besos Enmascarado.

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  3. Hay que luchar para no perder, como dices tú muy bien. A ver si removemos entre todos esas negras conciencias de los políticos.

    Un abrazo,

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    1. Sí Esperanza, ojalá lo consigamos, pero son duros, eh? les está costando mirar hacia otro lado que no sea el de su propio interés.

      Un abrazo.

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  4. Gran aportación, Yashira. Un infierno que da de comer, tú lo has dicho, y aún así, hay que pelear para que siga ardiendo.
    Abrazos.

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