martes, 10 de julio de 2012

EL CADALSO PINTADO EN NEGRO CARBÓN



Como cada viernes, de cada año, deberá cargar con la cruz a cuestas, con los pecados de todos.

En el difícil camino, caerá tres veces, recibirá golpes y desde la corona de espinas caerán gotas de sangre al suelo, los rayos de sol en ellas incidirán, brillantes y secas, reflejarán las caras de cada minero.

Un Cirineo ayudará en ese camino hasta Madrid y una buena Samaritana aliviará su dolor y fatiga con un paño, la Santa Faz,  donde el sudor, las lágrimas y la sangre entremezcladas dejarán su rostro grabado, como negro carbón. Subirá al Monte Gólgota, le atarán las manos al madero y se las clavarán, entre dos reos condenados, y a los pies, su Madre y su discípulo predilecto San Juan, allí gritará y llamará a su Padre, le preguntará:

- ¡Elohim, Elohim! ¿Por qué me has abandonado?

- ¿A quién llama? – alguien preguntó-.

-         A su padre- otro contestó-
-          
Perdonará a los dos ladrones y les prometerá el cielo, a diestra y siniestra. Después del último suspiro, su frente caerá. Tras el Descendimiento, un soldado asaetará el corazón de donde saldrán sangre y agua para asegurarse de su muerte final.

Lo enterrarán cubierto de lino, de pies a cabeza, en una mina y a los tres días resucitará. Visitará a los mandamases de Madrid y les hará recapacitar porque “Mi reino no es de este mundo”

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