Mi vida ha sido siempre un negro agujero,
igual que la de mi padre y la de mi abuelo.
Ahora dicen que ya no puedo bajar
porque para la mina ya no hay dinero.
He vivido de la negrura del carbón,
he malvivido entre gases y sin sol,
acompañado de pico y de linterna,
tiznado de negro y regado en sudor.
Mi hijo se siente y quiere ser minero.
Le digo que, si puedo evitarlo, que ¡no!,
que en el abuelo y en mi se fije:
uno secándose y el otro ya se secó.
A la mina volvímos los mineros,
porque la mina al fin no se cerró.
Para eso, todos unidos en marcha,
habíamos salido a pedir solución.
A nuestros hijos volvió la esperanza,
pues, entre grisú, negrura y barrenos,
otra vez, sus padres trabajo tuvieron,
y la justicia fue, de la mina, el sol.
Juan José MartÍnez Alonso
Ojalá este gobierno,
ResponderEliminarque de todos se mofa,
hagan al menos, realidad,
tus dos ultimas estrofas.
Saludos.
No te molestes, Juan José, era para no desentonar.
EliminarNo tengo confianza alguna,
Eliminaresa, por desgracia, es la verdad.
Por otro lado, no molestas
Miguelángel, faltaría más!
¡Vaya nivel de diálogos os lleváis!
EliminarYo solo quería decir, así, sin rimar, que este final nos gustaría a todos: Y los mineros volvieron a sus puestos de trabajo (aunque sea entre grisú, negrura y barrenos), volviendo la esperanza a tantas familias...
Abrazos Juanjo. Abrazos Migelángel.