Cuando escuché en la radio
los recortes que los de arriba preparaban, no lo pensé y me lancé a la calle.
No anduve ni veinte metros cuando otros compañeros y amigos se unieron a mi marcha.
En silencio, como en la mina, cada cual cumplía su función: los barreneros
encabezaban la concentración para abrir el camino, los de las galerías
superiores organizaban el viaje recolectando alimentos que la gente nos donaba,
los detonadores preparaban los panfletos informativos, los picadores lo
repartían y el resto caminábamos mirando siempre al frente. En cada parada nos
abrazábamos para darnos fuerzas unos a otros y por la noche acampábamos para
recargar la energía que pretenden reducirnos. Y así vamos repitiendo procesos
día tras día hasta que lleguemos a Madrid y escuchen nuestras propuestas, pues
nuestra voz es la del pueblo que desea un futuro que solo la minería puede
garantizar.
¡Unidos lo conseguiremos!
Esperemos que si, que unidos consigamos parar esta barbarie del gobierno.
ResponderEliminarBesos desde el aire