Setenta
días sin ver la luz. Como minero estaba acostumbrado a la oscuridad que
significa penetrar en la entraña de la tierra pero, aquel derrumbamiento en la
mina chilena de san José le había dado otra experiencia: la de aferrarse a la
luz de la esperanza unido a sus compañeros de encierro para no desfallecer.
Mientras
me lo contaba, sin aspavientos ni adjetivos, recordó el conflicto de los
mineros españoles: “sí que está negro eso, ¿sabe usted si cerrarán la mina?
Porque es duro el trabajo pero más duro es no tenerlo. Señorita periodista, por
favor, dígales a esos que se mantengan unidos, no importa lo que suceda, juntos
le encontrarán la vuelta, que sean uno.”
Muy emotivo emotivo este relato desde el otro lado del charco. He entrado en tu blog y me parece estupendo.
ResponderEliminarEs la grandeza de internet, que nos pone en contacto desde lejos.
Gracias Öpalo, lo tengo algo abandonado por mi viaje a España y todas las experiencias que fueron antes y después del mismo. me pondré pilas y escribiré un poco más allí.
ResponderEliminarEntraré al tuyo.
No cabe la menor duda de que solo la unión de los trabajadores puede hacer pensar a los políticos y empresarios en otras salidas posibles.
ResponderEliminar